En el mar
he oído hoy,
Señor, tu
voz que me llamó
y me pidió
que me entregara
a mis
hermanos.
Esa voz me
transformó
y mi vida
entera ya cambió
y sólo
pienso ahora, Señor,
en
repetirte.
Padre
nuestro, en ti creemos
Padre
nuestro, te ofrecemos
Padre
nuestro, nuestras manos
de
hermanos.
Cuando
marche a otros lugares
tendré yo
que abandonar
a mi
familia y mis amigos
por
seguirte.
Pero sé que
así algún día
podré
enseñar a mi hermano
tu verdad,
y junto a él
yo
repetirte:
Padre
nuestro, en ti creemos
Padre
nuestro, te ofrecemos
Padre
nuestro, nuestras manos
de
hermanos.
Y después
si él lo desea
podemos
ambos unirnos
y enseñarle
a todo el mundo
tu palabra.
En el mar
oirá él tu voz
igual que
un día escuché yo
y pronto
con el mundo
podremos
cantarte:
Padre
nuestro, en ti creemos
Padre
nuestro, te ofrecemos
Padre
nuestro, nuestras manos
de
hermanos.
Padre
nuestro, que estás en el cielo...
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