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4 dic 2013

Con la eliminación de la oración de San Miguel llegó el “humo de Satanás” a la Iglesia


Antes se recitaba al término de las misas y se quitó en la década de 1960. Hoy debe ser considerado como un error. Se ha dejado a la Iglesia sin una protección vital. Algún día, es posible que se vea como el gran humo se eleva desde el santuario.

La oración de León XIII a San Miguel Arcángel la pusimos desde el inicio de los Foros en la página principal para invocar su protección en esta batalla:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Se nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. ¡Reprímele Dios! pedimos suplicantes. Y tú ¡oh Príncipe de la milicia celestial!, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a todos los espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén. Glorioso San Miguel Arcángel protégenos.” 

Es una oración que fue hecha por el Papa León XIII después de algún tipo de experiencia mística en la que se le dio el Sumo Pontífice a entender que Satanás estaba en un período especial de agresión. Fue entonces que la oración fue creada, y en 1886 León XIII ordenó que se dijera en la conclusión de la misa, lo que se hizo hasta la década fatídica de 1960, cuando un torrente del mal de repente se vierte en el mundo.

En 1964, en la primera oleada de cambios del post-Vaticano II – en lo que se conoce como la Prima Instructio – esta invocación magnífica y potente en que se pide que el arcángel arroje del cielo a Lucifer fue retirada de la Misa rezada en la Iglesia Católica junto con una lectura de un último Evangelio.

Desde ese momento, ¿qué hemos visto? Sacerdotes que han abandonado el sacerdocio. Bancos que quedaron vacios. Y ahora, el escándalo. Toda la sociedad, el cristianismo y en particular el segmento católico, se ha convertido en el foco de desdén en una cultura que se abrió a las legiones infernales. La eliminación de la oración – junto con la eliminación casi total del exorcismo – permite el influjo de mal. En 1972, hablando a raíz del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI dijo que “el humo de Satanás ha entrado por alguna fisura en el templo de Dios.”

Fue en 1964 que la nueva norma se aprobó, y en 1968 que la nueva liturgia, menos la oración, fue autorizada.

¿Qué más pasó en ese período específico?

Nuestros jóvenes desviados. El coro fue reemplazado por las bandas de rock. Los sacerdotes fueron marginados. Incluso hay canciones dedicadas al diablo sonando en las radios. La televisión sustituyó a la majestad de la religión. Sexo libre. Drogas. Aborto. En lugar de oración pública ahora había blasfemia pública. En la misma ventana cronológica de la eliminación de la oración de a San Miguel, se levantó la primera Iglesia de Satanás (1966) en los EE.UU. y la Biblia satánica tres años más tarde.

Era en contra de esas cosas que la oración era potente, como era la práctica de la liberación, algo que Jesús les había mandado. La mayoría de los exorcismos fueron sacados de los ritos bautismales, y la Iglesia eliminó la orden menor de “exorcistas” (hombres jóvenes viajaban en el camino al sacerdocio). El exorcismo se hizo raro, al mismo tiempo que el diablo se convirtió en dominante.

Nuestro actual Papa está tratando de frenar esta marea, y al menos en dos ocasiones, en 1982 y el 7 de septiembre de 2000, dirigió personalmente los exorcismos. Estuvo acompañado por el padre Gabriel Amorth, el exorcista oficial de Roma, que dice:

“Creo que fue un error haber eliminado, sin un sustituto adecuado, la oración a San Miguel Arcángel que se solía recitar después de cada misa Estoy convencido de que permitir que el ministerio del exorcismo muera es una deficiencia imperdonable que se ha establecido de lleno en la puerta de los obispos. Cada diócesis debe tener al menos un exorcista en la catedral, y cada parroquia y santuario grande deberían tener uno también. 

Hoy el exorcista es visto como una rareza, casi imposible de encontrar. Su actividad, por otro lado, tiene un valor pastoral indispensable, tan valiosa como la del predicador, el confesor, y los que administran los sacramentos. La jerarquía católica tiene que hacer una contundente mea culpa. Conozco personalmente a muchos obispos italianos,.. Yo sé de los pocos que han practicado o asistido alguna vez a un exorcismo, y también quienes están bien conscientes de este problema.”

Es hora de traer de vuelta a San Miguel. El mal no puede estar en su presencia, la situación es cada vez mayor grave -. Como se vio el 11 de septiembre cuando el humo del World Trade Center formó una imagen demoníaca.


“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Se nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. ¡Reprímele Dios! pedimos suplicantes. Y tú ¡oh Príncipe de la milicia celestial!, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a todos los espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén. Glorioso San Miguel Arcángel protégenos.”  

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