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20 ene 2014

Método de rezar el Rosario o Coronilla a San Miguel


Se empieza la corona rezando en la Medalla, la siguiente invocación:

0h Dios, ven en mi ayuda.
Apresúrate, Señor a socorrerme.
Gloria al Padre, Gloria al hijo y Gloria al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Primera salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios Nuestro Señor prepare nuestras almas; y así recibir dignamente en nuestros corazones, el fuego de la Caridad perfecta. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Segunda salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado; y seguir el camino de la Perfección Cristiana. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Tercera salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Tronos, que Dios Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de humildad. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Cuarta salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlár nuestros sentidos; y así dominar nuestras pasiones. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Quinta salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Las Virtudes, que Dios Nuestro Señor nos conserve de todo mal, y no nos deje caer en la tentación. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Sexta salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios Nuestro Señor protege nuestras almas, contra las acechanzas del demonio. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Séptima salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Principados, que Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas, con el verdadero espíritu de la obediencia. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Octava salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en las buenas obras; y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Novena salutación

Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Ángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia, de ser protegidos por ellos, durante ésta vida mortal; y que nos guíen a la Gloria Eterna. Amén.

(Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria)

Siguiendo la flecha en la gráfica que apunta los números 10 -13, se reza un Padrenuestro en honor de cada uno de los siguientes Ángeles, como se indica:

La Corona de San Miguel se termina con las siguientes Oraciones:

Oh Glorioso Príncipe, San Miguel, Jefe Principal de la Milicia Celestial; Guardián fidelísimo de las almas; Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes; fiel Servidor en el Palacio del Rey Divino, sois nuestro admirable Guía y Conductor. Vos que brilláis con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal. Con plena confianza recurrimos a vos. Asistidnos con vuestra afable protección; para que seamos más y más fieles al servicio de Dios, todos los días de nuestra vida.

V. Rogad por nosotros, 0h Glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar Sus Promesas.

ORACIÓN

Omnipotente y Eterno Dios, Os adoramos y bendecimos. En Vuestra maravillosa bondad, y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al Glorioso Arcángel, San Miguel, como Príncipe de Vuestra Iglesia. Humildemente Os suplicamos, Padre Celestial, que nos libréis de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. Oh Dios y Señor Nuestro, guiadnos por medio de éste mismo Arcángel. Enviadle que nos conduzca a la Presencia de Vuestra Excelsa y Divina Majestad. Os lo pedimos por los meritos de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

SALVE REINA

¡Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia; Vida y Dulzura, Esperanza Nuestra, Dios te salve! A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en éste valle de lagrimas. ¡Ea, pues, Señora, Abogada Nuestra! Vuelve a nosotros ésos tus ojos misericordiosos. Y después de éste destierro, muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de tu Vientre. ¡Oh Clementísima, Oh Piadosa, Oh Dulce siempre Virgen Maria! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

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