Dios y
Señor de los Tronos, en quienes descansas, como en el trono de vuestra gloria y
os sientas como en tribunal de justicia: ofrezco los merecimientos de estos
altísimos espíritus y los de San Miguel Arcángel, trono de vuestra grandeza y
ministro supremo de justicia, para que concedas, que yo me juzgue a mí mismo
con rigor, para ser después juzgado con piedad y consiga lo que pido en esta
novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA OCTAVO
Dios y
Señor de los Querubines que están adornados de perfectísimas sabidurías:
ofrezco los merecimientos de estos sapientísimos espíritus y los de San Miguel,
príncipe de los sabios del cielo, por quien enseñas a vuestra Iglesia las
verdades que necesita saber para que me enseñe a temerte y amarte, que es la mayor
sabiduría y que me concedas lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria
vuestra. Amén.
DÍA NOVENO
Dios y
Señor de los Serafines que se abrazan a vuestro amor: ofrezco los merecimientos
de estos ardentísimos espíritus y los de vuestro amado y amante San Miguel,
para que yo os ame, único Dios y Señor mío, sobre todas las cosas, con toda el
alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas; y para que me concedas lo
que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN
¡Oh
soberano Arcángel! ¡Oh excelente príncipe de la corte del cielo! ¡Quién no os
será muy devoto desde hoy, si así favorecéis a vuestros devotos? ¡Quién no os
servirá con mucho cuidado, si de esta manera pagas los servicios que os hacen?
Mas para que yo os ame, basta saber el amor que me tienes al que no puedo
corresponder, con igual amor. Pero ya que con obras no puedo responder a tantas
mercedes, recibe mis palabras y afectos. Gracias te doy, ¡oh excelso y sublime
espíritu!, porque defendisteis la honra y gloria de mi Señor Jesucristo y por
todos los servicios que en toda la vida le hicisteis a Él y a su Santísima
Madre.
Gracias os
doy por el ángel que has destinado para mi guarda y por los otros beneficios
generales y particulares que por vos o por medio de vuestros ángeles me has
hecho, los cuales no conozco bastante en esta vida, ni los puedo dignamente
agradecer y por eso pido y suplico al ángel de mi guarda, que en mi nombre te
los agradezca y juntamente los que has hecho a toda la naturaleza humana; y
principalmente a la Santa Iglesia, de que yo soy miembro. Yo me gozo de todos
los privilegios, gracias, prerrogativas, dignidades y dones naturales y
sobrenaturales con que el Señor te ha honrado y enriquecido y doy al Señor
eternas gracias por ellos, porque así quiso exaltarte y hacerte su privado y
favorecido entre todos los ángeles.
Defiéndeme,
¡oh valerosísimo capitán de los ejércitos de Dios! Envía en mi socorro vuestros
soldados, para que me defiendan de los demonios y no me rindan a sus combates y
tentaciones. Manda vuestros ángeles que me guíen para no andar errado; que me
alumbren para que no camine ciego y que pongan sus manos para que no tropiecen
mis pies en el camino peligroso, de esta vida. Asistid con vuestros ángeles, a
mi muerte y alcanzadme del Señor contrición verdadera de mis culpas, para que
presentada por vuestras manos ante el trono de la Santísima Trinidad, entra en
posesión de la gloria, donde alabe al Señor para siempre dar perpetuas gracias
de haber conseguido con vuestra intercesión la bienaventuranza. Amén.
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