R. Ha
vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que
tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo
esperamos de Ti.
Señor,
escucha nuestra oración.
R. Y llegue
a Ti nuestro clamor.
(El Señor
esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu
espíritu).
Oremos.
Dios y
Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes
imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre
Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la
Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus
inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición
de las almas. Amén.
Exorcismo:
Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal
adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el
trigo.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún
pretendes
asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre te lo manda Dios Hijo; te lo manda Dios
Espíritu Santo. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios
hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se
humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó
su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían
contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin
de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana. Te lo manda la excelsa Madre
de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza.
Te lo manda
la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles. Te lo
manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y
Santas. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por
Dios vivo, por Dios verdadero, por Dios
santo, que “de tal modo amó al mundo que entregó a su unigénito Hijo, para
que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3);
cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de
la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad.
Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la
salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado
semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y
apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la
poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y
terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien
están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones;
a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo,
Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
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